La carraca
En cuanto llegan a sus zonas de cría, las parejas de carracas se dedican a buscar la cavidad donde construirán su nido. El hueco de un árbol, la cavidad de un roquedo, un talud o un agujero en un muro son sus lugares predilectos. El ardor desplegado por el macho durante su magnífica parada nupcial, en la que se lanza hacia el cielo, voltea y hace piruetas, incita bien pronto a la hembra a comenzar la puesta. Al borde de los bosques, en las grandes alamedas bordeadas de árboles viejos o cerca de los espacios abiertos en la llanura, no es raro ver varias parejas de carracas que se establecen cerca unas de otras. Esta costumbre ha inducido a aventurar, erróneamente, la existencia de colonias, pero no existe tal en esta especie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario